Encontramos la capital del Libano con un sol radiante y 30 grados a la sombra, y tras la visita del Bentiskas, la abandonamos bajo una lluvia torrencial y la temperatura no llega a 13 miserables gradicos.
Llegamos al pueblo costero de Byblos, donde aprovechamos para despedirnos definitivamente del mar. Pero el Mediterráneo tiene un cabreo importante y no está para tonterías. Nos echará de menos, como nosotros a él…
Viva el amorComo es habitual en Libano, mezquitas e iglesias aguantan las inclemencias del tiempo juntas
Acampamos en un acantilado y las vistas de la puesta de sol son espectaculares. Esta noche no hace falta conectar el ghetto-blaster. No hay mejor melodía que el estruendo del mar contra las rocas. Y tras la tempestad la calma. Desayunamos como señoritos y grabamos las últimas imágenes del mar. Agur Mediterráneo.
lunes, 16 de marzo de 2009
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